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lunes, 30 de enero de 2012

De profesión, funerario. Octavio Romera. Funeraria Amanecer El Pilar


Hablar en los tiempos que corren de muerte y funerarias puede dar la impresión de tocar un tema de mal gusto, de mal agüero, de algo que, inconscientemente, se rechaza. Pero la realidad es tozuda y todos los días queda bien claro que "la parca" realiza diligentemente su trabajo. Claro está, que a todas esas personas que fallecen hay que "adecentarlas" y "arreglarlas" para el velatorio, hay que prepararles una despedida en condiciones, y, si es necesario, trasladarlas a los cementerios de sus pueblos de origen.

De todo ello se encarga con discreción y diligencia la Funeraria Amanecer El Pilar. Su propietario, Octavio Romera Sarto no descuida ningún detalle para que el doloroso tránsito de la despedida del cadáver se realice con el máximo respeto a la intimidad de los familiares y con la máxima celeridad en la tramitación de la documentación legal.

Octavio llegó al mundo de los óbitos de una forma casual. Anteriormente había trabajado de jefe de personal en una empresa de 300 trabajadores y se había formado en la Facultad de Derecho donde estudió hasta 3º. Distintos avatares de la vida le llevaron a dejar esta empresa y fundar, en el año 1981 con otro socio, la funeraria San Nicolás donde trabajaban 8 personas. Por distintas razones que ahora no vienen al caso, nuestro protagonista decidió dejar la dirección y gestión de esta sociedad y se dedicó a formarse realizando varios cursos de dirección de empresas.
Octavio Romera, propietario de la funeraria Amanecer El Pilar

En la época del alcalde Ramón Sáinz de Varanda, en Zaragoza, allá por los años 1979 hasta el 86 el mundo de las funerarias era casi un monopolio y había poco margen para nuevas iniciativas en este terreno. Así que todavía tendría que pasar por la experiencia de ser director de varias funerarias de la ciudad, siempre con la expectativa de crear su propia empresa como único socio y propietario.

El caso es que Octavio siempre ha tenido mentalidad de emprendedor y, después de muchos trámites y abundante papeleo, consiguió poner en marcha, en el año 2005 la funeraria "Amanecer El Pilar" fijando, inicialmente, su emplazamiento en la localidad de Zuera y, posteriormente con diversas oficinas de atención en Zaragoza, Utebo, Cariñena, etc donde se encuentra a disposición de sus clientes para facilitarles consultas, trámites, presupuestos, etc. Para ello dispone del teléfono permanente 976.330402. Afortunadamente, en la actualidad, el mercado mortuorio está ya liberalizado y las exigencias para montar una funeraria (al menos fuera de Zaragoza, ciudad) se han simplificado notablemente.

No me resisto a preguntarle sobre un montón de asuntos sobre los cuales siento gran curiosidad aunque lo hago con prudencia para no parecer un necrófilo. Por ejemplo, en el capítulo anécdotas, nuestro personaje me cuenta cómo le impresionó el apilamiento de ataúdes en una nave la primera vez que tuvo que acudir a encargar un pedido. Tanta fue la impresión que tuvo que salir apresuradamente al exterior a tomar aire.

Transcribo otras preguntas que le hago para reflejar con más precisión sus contestaciones:

¿Cómo ves la vida después de enfrentarte tantas veces a la cruda realidad de la muerte?
- Pues algo que me queda claro es que, los difuntos, tengan mucho o tengan poco, todos van al mismo sitio.

¿Quiénes son los proveedores de ataúdes?
- Tradicionalmente los mejores féretros han sido los de madera gallega y también los mediterráneos. Ahora, sin embargo, el mercado está copado -como en otros ámbitos- por los chinos.

¿Qué muertes te han impactado más?
- Los fallecimientos de niños o las muertes de jóvenes por accidente. También impresionan las personas que fallecen por sobredosis de drogas.

¿Cómo te planteas tu trabajo?
- Nuestro principal objetivo es hacerlo bien. Para nosotros es un orgullo y una obligación realizar adecuadamente el servicio. Por eso el trato es humano y personalizado y procuramos no marear a las familias encargándonos de todos los trámites y gestiones y acompañándolas en este trance tan amargo. Considero que estamos muy bien preparados psicológicamente  para comprender el dolor y la tristeza de los familiares que despiden a sus seres queridos.

Explícame algunas particularidades de vuestro trabajo.
- Pues, por ejemplo, que ahora ya no se suele vestir a los cadáveres. Los preparamos y acondicionamos para que sólo se vea el rostro y para que tengan el aspecto de dormidos. Gracias a las últimas técnicas de tanatopraxia, lo conseguimos en todos los casos. Para traslados de larga distancia hay que preparar más a fondo al fallecido.
¿Has observado cambios en el comportamiento actual de los familiares respecto a épocas pasadas?
- Pues, por ejemplo, que la gente prácticamente ya no llora. Creo que la sociedad actual de alguna manera nos está deshumanizando y haciendo más duros y materialistas. Y digo lo del materialismo porque no es inusual escuchar a los hijos o sobrinos del fallecido hablar de plazos fijos o del dinero en la cartilla del finado en el velatorio o, incluso en el funeral.
La indumentaria también ha cambiado. Ahora la gente viste de forma más variada, incluso, a veces, parece como si vistieran de fiesta.
Lo que pervive es que, como norma general, siempre se suele hablar bien del difunto. Ya se sabe el dicho de que tarde mucho la hora de las alabanzas...

... La entrevista seguiría y seguiría por algunas horas más, pero Octavio se tiene que marchar. En su expresión y en sus palabras adivino el perfil de alguien entregado a su oficio, pendiente del consuelo a los familiares y respetuoso con los que nos abandonan. Él ve la muerte como algo natural, consustancial con el hecho de vivir. No estaría de más que los que nos dedicamos a otros oficios, a otras profesiones, recordáramos de cuando en cuando la importancia de su función, la trascendencia de sus reflexiones. Cuanto más nos preparemos para el más allá mejor comprenderemos el sentido de estar aquí.