Cuando inicié este ciclo de "turismo de personas" tenía muy claro que quería entrevistar amigos o conocidos que "llevaran algo entre manos" y que esa afición la vivieran de verdad. No me costó dar con ellos. Somos muchos los que, además de nuestro trabajo habitual, reservamos un huequecito de nuestro tiempo para desarrollar aficiones, intereses y aptitudes que nos involucran totalmente.
Tal es el caso de E. Desde que lo conozco siempre me ha sorprendido la entrega y la pasión con la que se dedica a cantar en sus ratos libres. Si lo ves en su trabajo habitual (es informático) nadie diría que después de sus ocupaciones lidiando con complicados algoritmos y líneas de programación, en cuanto tiene un rato libre, se desvive por dedicarse en cuerpo y alma a la más variada selección de música melódica, coplas, boleros y últimamente también rock y otras canciones en inglés.
Dispone en su casa del equipo adecuado: aparato de karaoke, amplificador y una gran pantalla de televisión. También cuenta con una completísima colección de CD´s con lo más variado, selecto y granado del mundo de la canción. Es raro que se le escape alguna canción de moda actual o que lo fuera en su momento. Por lo que yo se, las tiene prácticamente todas.
De alguna manera, hoy domingo me he autoinvitado a su casa. Él ha accedido amablemente, como siempre, a mi propuesta de visita. Hemos quedado a las 12 de la mañana y hemos estado cantando hasta la una y media.
Hemos empezado primero con los títulos en ingles: canciones de los Beatles, de los Bee Gees o de Frank Sinatra. Con este último yo no me he atrevido, pero E. ha bordado varias de sus melodías, que por cierto son bastante complicadas.
Me ha explicado el triple efecto benéfico de esta afición cuando se canta en inglés: Aprendes pronunciación, entiendes el sentido de la canción y amplias vocabulario. Yo lo he intentado con Hey yude pero he comprobado que es más difícil cantarla que escucharla.
También me ha dado otros consejos para afinar con la práctica del karaoke: escuchar varias veces la canción que vas a interpretar, meterte en la historia que cuenta la canción, es decir, sentirla y, lo más importante, practicar, practicar y practicar.
Hemos cantado varias a dúo. Una de las que mejor nos ha salido ha sido Yolanda de Pablo Milanés. También hemos cosechado un gran éxito al interpretar "El gato que está triste y azul" de Roberto Carlos. Luego, ya metidos en harina, nos hemos atrevido con Joan Manuel Serrat (Mediterráneo) y "Nos dieron las 10" de Joaquín Sabina.
De vez en cuando cogía una oliva y bebía un poco de naranjada. Ya veo que cantar conlleva coger bien el tono y no forzar la garganta.
E. posee cualidades innatas para el canto. Cuenta con una voz potente y bien modulada y con buen oido para la música. Reconozco que, en mi caso, la buena voluntad intenta suplir mis limitaciones con los tonos altos.
No hemos hecho descanso alguno pero tampoco nos hemos cansado. Sólo la obligación de realizar varios encargos ha motivado que tuviéramos que parar a las 13:30. Eso sí, nos hemos emplazado para un viernes por la tarde en el que ambos iremos a un bar-karaoke con la finalidad de desplegar en el mismo nuestras mejores habilidades.
Cuando volvía para mi casa con la moto notaba cómo el diafragma lo tenía más distendido y cómo también me sentía de un excelente humor. Por algo será que el canto ha acompañado al ser humano en las celebraciones y festividades. Intuyo que algún complot alienador hace que nuestros jóvenes se presten más a escuchar canciones que a interpretarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario