Juan Antonio me conoció a mí allá por el año 2002 cuando pasé a la Asociación de Vecinos de La Jota a presentarles la academia Barandal que por aquel entonces iniciaba sus actividades. Y yo le conocí a él poco después de la presentación de la academia cuando vino a proponerme la realización de distintas actividades formativas al tiempo que inscribía a su hija en la escuela de inglés.
A raíz de aquellos encuentros se fueron desarrollando otros proyectos de tiempo libre, actividades extraescolares, senderismo con mayores, etc. Ambos hemos disfrutado de nuestra amistad, de tiempos de ocio y de largos paseos y conversaciones caminando o en bicicleta.
Hoy la mañana estaba soleada y hemos quedado a una hora prudencial por ser domingo: las 10. Le he propuesto darnos un paseo por la ribera derecha del Gállego y no he tenido que manejar muchos más argumentos pues Juan Antonio es de los que, por salir de casa, se apuntan (como yo) a un bombardeo.
Antes de iniciar el paseo me ha mostrado una pequeña parte de su producción artística -vertiente pintor- y hemos tomado unas fotos de los cuadros que me han parecido más originales y expresivos. Le he manifestado mi contrariedad por no contar con un fondo adecuado para fotografíar con más calidad y esmero su obra, pero Juan lo ha arreglado de un plumazo (como suele arreglar todo) sujetando los cuadros con un dedo y tomando prestado como fondo la pared.
Porque si por algo se destaca mi amigo es por su ingenio y la rapidez en la elaboración de respuestas a los problemas que plantea la vida. En línea con lo anterior, también es destacable su polifacetismo en lo personal y en lo artístico.
En un paralelismo con su vida pasada, hemos subido desde su garaje -bajo tierra- al nivel de la calle y hemos echado a andar, yo con paso vivo y él un poco más relajado.
Tengo que destacar su total disposición para contestar mis preguntas y el estilo ameno y divertido de sus explicaciones. Ambos hemos recordado por ese motivo a Revilla, el presidente de Cantabria que también se ufana de ser transparente en su vida privada y pública de cara a la gente.
Una pequeña parada en el parquecillo ubicado cerca de la desembocadura de los dos ríos: Ebro y Gállego nos ha servido para tomar unas fotos buscando un fondo y un encuadre que nos pareciera original y acto seguido nos hemos deslizado por un sendero entarimado hasta llegar al punto de confluencia de los dos ríos hermanos.
Mientras tanto Juan Antonio ha ido desplegando sus mejores dotes de cronista y, adelantándose al guión que yo, mentalmente, había preparado, me ha facilitado varios datos que estaban previstos para el final. Así, ha señalado el pantano de Cueva foradada en Oliete http://www.unizar.es/naturaragon/ficha.php?id=119) como uno de los lugares que más le gustan ya que allí se baña en muchas ocasiones con su hijo pequeño e incluso (me ha confesado) a veces nadan en sus aguas limpias y transparentes en pelota picada lo cual me parece que tiene que ser una delicia.
Como segundo plato, en el menú de lugares preferidos, me ha indicado Peñíscola. Allí tiene un apartamento y pasa algunas temporadas. Seguramente habrá influido en esta elección el contraste entre su primer oficio (minero), laborando en las entrañas de la tierra y la inmensidad del horizonte que ofrece el Mediterráneo así como su suave y agradable brisa.
En el apartado libros la elección ha sido la trilogía "La familia Cole", en cabezada por El médico, seguida de Chamán y finalizada con La doctora Cole y Los Pilares de la tierra junto con Un mundo sin fin. Así que de un plumazo (es su estilo) me ha soltado no dos, sino cinco libros.
De restaurantes ha seleccionado el restaurante-mesón Los Arcos, en Ariño y Casa Agustín en Albalate por aquello de tirar hacia la tierra.
Seguidamente, mientras caminábamos, ha ido desgranando su periplo vital señalando y deteniéndose con amenas explicaciones en las distintas etapas que -según su criterio- han marcado más su vida:
- Su estancia con los frailes de Reus (de los 12 a los casi 18 años)
- Su etapa de minero como especialista en prevención de accidentes
- El proceso por el que tuvo que acogerse a la jubilación anticipada como otros muchos compañeros, debido al ocaso de la minería en las cuencas mineras de Teruel.
- Su decisión de trasladarse a vivir con su familia a Zaragoza
- Las mil y una actividades que ha desarrollado en esta ciudad desde que se asentó en la misma
- Y otras muchas cosas más...
Su vida podría bien servir de argumento para una densa novela pero ahora no es el caso de detenernos demasiado en ello ya que quiero destacar su faceta de ARTISTA que es la que me parece más fascinante.
Tres son los ámbitos en los que Juan destaca especialmente: Como pintor, como poeta y como músico. Seguro que cuenta en su genoma con un abultado número de genes que le posibilitan el desarrollo de estas facetas porque no se puede explicar de otra manera la facilidad y el acierto con el que se mueve en las tres áreas. Él me ha confesado que en su familia paterna y materna han existido otros casos de músicos pero yo me he quedado con la duda de por dónde le viene la vertiente de pintor y la de poeta.
El caso es que muchas de sus pinturas son, para mi gusto, muy buenas y originales y que las poesías (puliendo, en su caso alguna de ellas) se podrían editar y publicar sin rebozo alguno. Pero Juan es modesto y siempre cree que podría hacerlo mejor.
Yo le insisto que de a conocer su obra aunque no me quiero pasar de insistencia para no ser pesado. En línea con el lema de la asociación, Juan Antonio tiene mucho que dar de sí mismo y ofrecerlo a los demás.
Hemos llegado al Parque de Oriente sobre las 12 de la mañana y todavía le ha quedado tiempo para ofrecerme una bolsa de almendras de su pueblo. Nos hemos despedido y yo he regresado doblemente contento: por la excelente mañana que hemos pasado y por el regalo de despedida que pienso degustar con tranquilidad.
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